Sexo Underground
La conocí en Badoo, en una de esas rachas en las que, con 25 años y soltero, me dedicaba a descargar y probar todas las apps de citas que encontraba. No esperaba gran cosa de aquella plataforma, pero entonces apareció ella: Lara.
La conocí en Badoo, en una de esas rachas en las que, con 25 años y soltero, me dedicaba a descargar y probar todas las apps de citas que encontraba. No esperaba gran cosa de aquella plataforma, pero entonces apareció ella: Lara.
Nunca pensé que una simple historia de Instagram pudiera cambiar el rumbo de una noche de insomnio. Eran más de las dos de la madrugada y llevaba horas dando vueltas en la cama. Al final, cogí el móvil y subí una foto cualquiera con el texto: “Insomnio modo on”. Nada planeado, solo la necesidad de matar el tiempo y sentir que no estaba solo en ese desvelo.
Era una tarde cualquiera, de esas en las que revisas el móvil por pura inercia, sin esperar nada nuevo. Twitter no solía darme más que memes, discusiones absurdas y alguna que otra noticia. Nada que destacara. Pero esa vez, entre notificaciones anodinas, apareció un mensaje directo inesperado.
Ella: “Hola”…
Me uní al grupo de Facebook una tarde cualquiera, casi por curiosidad. Era un espacio para gente liberal, donde las presentaciones se mezclaban con fotos insinuantes y mensajes cargados de promesas. No llevaba ni dos días cuando apareció su nombre en mi bandeja de entrada: Marisa.
La notificación fue una chispa en la gris penumbra de mi noche. Un match. Y no cualquier match. Ella. Sofía. Su perfil destilaba misterio: la silueta recortada por un atardecer y una sonrisa que parecía guardar secretos. Un texto que simplemente decía: «Pregúntame». Lo hice…