ENTRADAS

Descubriendo el BDSM

Siempre me ha gustado llevar la iniciativa en el sexo. No por necesidad de controlar, sino porque me excita guiar, provocar, marcar el ritmo. La mayoría de mis encuentros han sido un juego de ida y vuelta: yo propongo, la otra persona responde, y así nos alimentamos mutuamente del deseo. Pero desde hace un tiempo, hay algo que me ronda la cabeza y que cada vez me llama más: el BDSM.

El poder de la lencería.

Hay algo en la lencería que me puede. No sabría explicarlo del todo, pero tiene ese toque de lujuria elegante que convierte cualquier encuentro en algo más intenso. No es imprescindible, claro; un cuerpo desnudo tiene su propio magnetismo. Pero hay algo en ver cómo la ropa interior insinúa lo que esconde, cómo juega con la imaginación, que me enciende de una forma distinta.

Fetiches: El deseo sin filtro

Hay palabras que, cuando las dices en voz alta, todavía provocan miradas raras. “Fetiche” es una de ellas.
No importa lo liberales que nos creamos, cuando alguien menciona la palabra, la mayoría imagina cosas raras, sucias, desagradables. Pero en realidad, el fetiche no es eso. No tiene por qué ser extremo ni escandaloso. Un fetiche puede ser simplemente aquello que te enciende tanto que no concibes el sexo sin ello.

Más allá del cuerpo perfecto.​

Hay algo que siempre me ha llamado la atención: la cantidad de gente que tiene un molde mental para follar. Un tipo de cuerpo, una edad, una estética concreta. Es como si el deseo tuviera que encajar en un catálogo: jóvenes, delgados, gimnasio, sin pelos, sonrisa de anuncio y piel perfecta. Y lo curioso es que muchos de los que piensan así ni siquiera lo reconocen; lo dan por hecho, como si el sexo solo valiera si el envoltorio es impecable.

Cuando el morbo no aparece

Siempre me preguntan por qué tengo tan pocos relatos de temática gay. Algunos lo hacen con curiosidad real, otros con ese toque de morbo disfrazado de interés literario. Y la verdad es que no hay una gran historia detrás. No es falta de ganas, ni de experiencias. Es falta de chispa.

Bienvenido a Sin Filtros

No escribo para impresionar.
Escribo porque necesito contar lo que viví.

Durante años acumulé momentos, miradas, cuerpos, silencios… experiencias que no tenían sitio en ninguna conversación. Algunas me marcaron, otras simplemente me enseñaron. Pero todas fueron reales.

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